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domingo, 25 de diciembre de 2022

LA LUZ DE UNA ESTRELLA

Toda la magnificencia de Marilyn Monroe en su llegada triunfal a Londres; para la filmación de "El príncipe y la corista" (Laurence Olivier, 1956/57)
Estaba en "la cima del mundo" y se le notaba por todos los costados !
Muchas veces se habla de su vulnerabilidad, de sus inseguridades,  pero cuando uno la ve bajar de ese avión, caminar por ese aeropuerto,  es como que nunca nadie caminó como ella !  Es el andar de una reina, de una emperatriz, o mejor dicho de una  estrella, de una Diva  (todos términos que a ella le calzan como un guante)  pero sobre todo de alguien que tiene plena conciencia de su poder !
El viaje lo hizo con su entonces marido Arthur Miller, y en el aeropuerto la esperaban nada menos que Laurence Olivier y Vivien Leigh  (que con todo lo que ambos significaban y representaban parecían empequeñecidos frente a LA LUZ que irradiaba la presencia de Monroe).
Cuenta la leyenda que fue la propia Leigh que convenció a Olivier para que Monroe fuera la protagonista femenina de la versión cinematográfica de "El príncipe y la corista".  Obra teatral que ellos habían representado durante varias temporadas en Inglaterra,  Vivien se sentía "vieja" para asumir el rol de Elsie en cine (tenía 42 años)  Una cosa es "actuar" la juventud de un personaje en teatro y otra muy distinta en el cine, donde el primer plano te puede destruir "la actuación".
Marilyn tenía deslumbrantes 30 años y esa oportunidad significó algo así como "tocar el cielo con las manos".Tabajar con el mayor intérprete de habla inglesa era la posibilidad de ser respetada, tal vez por primera vez !
La relación fue muy difícil, no hubo mucha empatía entre ambos,  venían de mundos opuestos y sus personalidades chocaron todo el tiempo.  Pero hubo algo que sostuvo TODO (aunque sea por supervivencia y necesidad)  ambos eran productores de la película  (en el caso de Monroe debutaba con su propia productora en este filme)  y estos intereses hicieron que lo pragmático y lo cerebral prevalezca por sobre los arrebatos emocionales.
Por fortuna la película llegó a muy buen puerto, se convirtió en una de las grandes comedias de la historia del cine, donde "la formación académica" de Olivier se contrapuso de manera magnífica con "la autenticidad" de Monroe. Y de yapa fue un suceso de taquilla mundial.



El inolvidable desenlace de "El príncipe y la corista", donde el personaje de Elsie -tal cual Cenicienta- se retira del palacio con la dignidad de la gente de bien, la sensación de "el deber cumplido" y de haber vivido un sueño impensado, aunque no exento de un rasgo de melancolía por todo lo vivido,  donde vuelve a ser quien era: una simple corista.


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