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domingo, 27 de mayo de 2018

domingo, 6 de mayo de 2018

LA DEMOLICIÓN DEL AMOR

"El Gato" (Pierre Granier Deferre,1971)

Sin duda, uno de los mejores acercamientos que se han hecho desde el cine al tema del amor destruido, al declive definitivo y fatal de la vida en pareja. Es la primera película que veo de este director, y me ha sorprendido gratamente, tanto por el argumento, cuya brillantez debemos a Georges Simenon, como por su estilo directo, carente de concesiones.

La estructura de la película se basa en un prólogo -anterior a los títulos iniciales- en el que vemos como un faro (seguramente de ambulancia) recorre un viejo y degradado barrio parisino cercado por grandes obras hasta llegar a una pequeña y aislada casa; a continuación, un breve plano en un hospital, anticipa un larguísimo flashback, en el que se nos cuenta la historia de los dos protagonistas (tres, contando al gato), marcada por el deterioro de su relación, que se manifiesta tanto en silencios como en desprecios. Asimismo, este flashback central da pie a otros, hábilmente introducidos por medio de actividades cotidianas u objetos corrientes (el chorro de un grifo, unas medias, etc), y que nos informan acerca del pasado, cuando el amor aún existía y el hogar era hermoso y acogedor. Finalmente, el filme concluye circularmente, repitiendo el breve plano del hospital y cerrando con el plano del faro con la casa al fondo.




Se trata de un filme en el que importan más las actitudes y miradas que los diálogos, más bien escasos, aunque correctos; de hecho, entre los dos protagonistas no existe ninguna conversación hasta los quince minutos de transcurrido el filme, lo que ilustra magníficamente el irrespirable ambiente conyugal de una pareja que ya no es tal (no se hablan; compran, comen y duermen por separado, etc). Aunque pueda sorprender que no se hayan divorciado, esto no es tan raro como podría parecer, pues muchas parejas que se detestan -especialmente si tienen cierta edad- continúan juntas por pura inercia, o por temer aún más a la soledad.

El gato, del mismo modo que la demolición paulatina e implacable del barrio, viene a simbolizar la ruptura definitiva, tanto con el pasado como con la posibilidad de amar al otro; de ahí que su destino selle para siempre la relación de la pareja, que ya venía degradándose desde hacía mucho tiempo, como pone de manifiesto la tendencia a escapar del hombre (suple su amor perdido con el que profesa al gato, acude ocasionalmente a una casa de citas) y la creciente desesperación y amargura de la mujer (añora su pasado como acróbata circense, su belleza, y vuelca su odio en el gato).






Soberbiamente interpretada por dos gigantes del cine francés como Jean Gabin Simone Signoret, la película es un original acercamiento a un tema terrible e ingrato, que transmite brillantemente cierta angustia y desolación al espectador, el cual queda no obstante agradecido por su incuestionable calidad y honestidad.
 "Se ha dicho, no sin razón, que ésta es una de las obras sobre la vida matrimonial más devastadoras que se han filmado."